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martes, 11 de junio de 2013

Los precios meten miedo en Brasil a un año de la Copa del Mundo


Saborear un agua fresca de coco en la playa es un pequeño placer aún abordable en Brasil. Pero alojarse, comer en un restaurante o desplazarse en este vasto país se ha convertido en un lujo: los precios figuran entre los más caros del mundo.
Puerta de entrada del turismo a Brasil, Rio de Janeiro, que acoge desde el 15 de junio la Copa de Confederaciones, en julio la Jornada Mundial de la Juventud católica (JMJ) y la primer visita internacional del papa Francisco y en 2016 los Juegos Olímpicos, es el epicentro de la escalada de precios.
Hoy, Rio es la tercera ciudad más cara del mundo en materia de alojamiento: una habitación de hotel cuesta en promedio 246,71 dólares, más que en Nueva York (245,82 dólares) y París (196,17 dólares), según un estudio de Embratur, la empresa de turismo del gobierno brasileño, difundido la semana pasada.
Victor Mameaux y Damien Lambrecht, dos parisinos de 32 años, acaban de visitar la "cidade maravilhosa". Alquilaron un apartamento de 20m2 en Copacabana durante 15 días, por 1.320 dólares, ya que los barrios de Ipanema y Leblon, más exclusivos, son también más caros.
"Llegamos con los clichés 'Rio ciudad barata e insegura', ¡pero es exactamente al revés!", declaró Mameaux.
"En un restaurante de Ipanema, un mediodía, pagué 40 dólares una 'feijoada' (comida típica brasileña a basa de frijoles, arroz y carne de cerdo), sin la bebida: es más caro de lo que pago en París", añadió.
En 10 años, los precios en los restaurantes subieron un 140%, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE, estatal).
"Todo es caro, salvo los cigarrillos", resumió Lambrecht.
"Nunca nos sentimos inseguros, y menos aún en la favela que visitamos", Doña Marta, la primera en ser reconquistada por la policía y militares de manos de narcotraficantes en 2008.}
Para el presidente de Embratur, Flavio Dino, la explosión de precios está ante todo ligada al cambio.
"Los precios son empujados al alza por un real sobrevalorado en relación al dólar", dijo Dino a la AFP.
Pero también se debe a una oferta limitada en un periodo de sobrecalentamiento del turismo, con grandes eventos deportivos por venir, añadió.
Un tercer factor, sostuvo, es la existencia de una estructura económica creada para el consumo de unos pocos.
"La infraestructura no está a la altura de un mercado de consumo de masa. Faltan bienes y servicios", deploró Dino.
Brasil paga caro el precio de su boom económico: el crecimiento y los programas sociales hicieron ingresar a 40 millones de brasileños en la clase media en una década, creando nuevos consumidores en este país donde todo puede pagarse a crédito, en 10 o más veces, desde un par de zapatillas de tenis hasta implantes mamarios.
El gobierno busca que el Mundial sea una herramienta de desarrollo en las 12 ciudades sede, todas con vocación turística.
"Debemos aumentar la oferta hotelera y de las compañías aéreas para aumentar la competencia", explica Dino, quien dijo que en los últimos 10 años, la cantidad de pasajeros más que se duplicó en los vuelos internos, superando los 100 millones de personas por año.
Seis millones de personas llegan a Brasil cada año en vuelos internacionales, pero Embratur estima que de aquí a 2020 esta cifra subirá a 10 millones.
"Brasil es un destino caro y viajar dentro de Brasil es muy caro porque tenemos una situación de monopolio con dos grandes compañías aéreas, TAM y Gol, un obstáculo al turismo", deploró el profesor de marketing de la Fundación Getulio Vargas Daniel Pla, en declaraciones a la AFP.
Seguir a su selección por cada una de las ciudades donde juega pesará en el bolsillo de los hinchas.
"Viajar de Rio a Fortaleza (noreste) es casi tan caro como ir a Miami. El gobierno debe poner fin a este monopolio", opina Pla.
Rio es "especialmente cara" desde que fue elegida en 2009 como sede de los JO-2016. En otras ciudades como Fortaleza, Recife y Salvador los precios son más bajos, afirmó.
En Rio, el sector hotelero invirtió unos 1.500 millones de dólares en la construcción de 250 nuevos hoteles para pasar de las actuales 30.000 habitaciones a 50.000 en 2016.
El ministerio de Turismo anunció que vigilará los precios de los hoteles pero el presidente de Embratur descarta cualquier injerencia del gobierno en las tarifas "salvo en caso de abuso".
"El problema es después de 2016. Brasil no debe ser visto como un país caro, sino mataremos la gallina de los huevos de oro, comprometemos el turismo para las próximas décadas", advirtió el presidente de Embratur.

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