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jueves, 23 de mayo de 2013

Frío, lluvia y reventa esperan a 80.000 hinchas alemanes en Wembley


Frío, lluvia y reventa a precio de oro es lo que se encontrarán los más de 80.000 hinchas alemanes que próximamente desembarcarán en Londres para presenciar el sábado la final de la Liga de Campeones, que por el momento es apenas uno más de los muchos espectáculos de ocio en la ciudad.

Nada parecía indicar hoy que en breve se celebrará en la capital inglesa uno de los acontecimientos deportivos más importantes de la temporada, como es la gran final europea que reunirá a los alemanes Bayern Múnich y Borussia Dortmund.

En Londres la primavera siempre está por marcharse. Siempre se demora en hacerlo. La húmeda ciudad inglesa permaneció casi todo el día envuelta en nubes, lluvia y frío. Apenas unos apuntes de sol tardíos distrajeron a los londindeses de la monotonía general del aire.

Y acorde con el tiempo estaba la temperatura futbolística. Nada en los alrededores del estadio de Wembley parecía publicitar la inminencia de un espectáculo futbolístico. Como en casi todas las partes del mundo, los accesos al estadio eran un amasijo de hierros y obreros intentando completar la obra a tiempo para el comienzo del "show".

Frío, lluvia y reventa a precio de oro es lo que se encontrarán los más de 80.000 hinchas alemanes

También había más policías que aficionados. Bastante más. Londres estaba hoy más preocupada por el asesinato del miércoles de un policía a machetazos. Y más después de las fotografías del atroz crimen que hoy publicó la prensa, provocando un amplio debate que se extendió desde las televisiones a los pubs.

Sólo un detalle permitió adivinar que en Wembley llega en poco el primer gran partido del año: la aparición de los "reventa" ("revendedores"), esas personas que se apostan en accesos estratégicos al estadio ofreciendo entradas.

"Tickes, tickets", susurraba uno de ellos, llamado George, a los pocos despistados que pasaban por debajo del puente que lleva a Wembley, el lugar más discreto posible para ofrecer una transacción tan particular.

Los precios son astronómicos: 1.000 libras para la entrada más cara (1.170 euros) y 500 la más barata (584 euros). Cuatro veces más de su precio original, ya de por sí sensacional. Y George avisa: "Es una gran oportunidad, mañana costarán el doble… ¡o el triple!".

Londres estaba hoy más preocupada por el asesinato del miércoles de un policía a machetazos

Y como el particular comerciante es de dudosa legalidad, pero muy ordenado, entrega a los interesados una tarjeta con el nombre de su "empresa" ("P.A. Productions"), que incluye su teléfono móvil y hasta correo electrónico. "Aquí siempre hay trabajo, estamos para servirles", se despide.

George de momento es ajeno a lo que sucede en la ciudad y en concreto en Oxford Street, el centro neurálgico de la capital, la zona central en la que mueven su dinero los ciudadanos londinenses más consumistas.

Allí es otro día normal. No se ve a un solo hincha alemán y en las tiendas no se exponen camisetas ni bufandas de Bayern Múnich o Borussia Dortmund. Sólo las ropas con las leyendas de siempre: "I Love London".

De momento, los aficionados al fútbol deben conformarse con reductos como el "Octoberfest", el pub situado a orillas del Támesis y el preferido de los hinchas del Bayern, o el "Zeitgeist", que recibe con sincera hospitalidad a los aficionados del Dortmund. Más allá de eso, hoy sólo es un día más en la húmeda Londres.

Pero otra cosa ocurrirá a partir de mañana y, sobre todo, el sábado, cuando se espera el desembarco de 80.000 hinchas alemanes, aunque sólo 60.000 podrán entrar en Wembley. También hay crisis en Alemania y los hinchas van únicamente al partido, dejando para otro momento las vacaciones y el gasto de euros, si hay plata.

Y es ahí, con esos 20.000 hinchas que sueñan con una entrada, donde aparece George, consciente de que el negocio es cuestión de paciencia.

El organizado "reventa" de Wembley" espera al sábado para hacer negocios que permitan crecer a su fructífera empresa. De momento, sólo de momento, él es todo el olor a fútbol que desprende Wembley.

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